La serigrafía es una técnica ancestral de la que ya se tienen registros del 3000 a.C.
La técnica en si sigue siendo la misma que por aquel entonces, pues se trata de generar una plantilla que sirva para pasar tinta por la misma y así serigrafiar el dibujo en la superficie deseada.
Este proceso consta de 3 pasos fundamentales: La preparación de la pantalla, la estampación del dibujo y el secado final.
1-La preparación de la pantalla: Se llama pantalla a un marco de madera en el cual se ha adherido una tela porosa.
Para conseguir crear la plantilla del dibujo a estampar en esta tela se cubre completamente con una emulsión fotosensible. Antes de exponerla a la luz blanca se coloca un fotolito sobre esta. El fotolito es una hoja transparente con la figura a serigrafiar en negro, para que no deje pasar la luz.
Una vez tenemos la pantalla con la emulsión fotosensible que la cubre y el fotolito encima de esta se expone a la luz, así se seca toda la pantalla menos en las partes cubiertas por la figura negra del fotolito.
Lo siguiente es eliminar la parte que no se ha secado (el dibujo) con agua. El resultado final es una plantilla que solo dejará pasar la tinta por las zonas que se han eliminado con agua.
2-Lo siguiente es colocar la pantalla sobre cada prenda e irles pasando la tinta con una espátula, es decir, serigrafiar las prendas.
3-Por último se debe secar o curar la tinta usada pues si no se seca bien corre el peligro de desprenderse en los lavados.
Si todo este proceso se hace de manera adecuada tendremos una prenda serigrafiada capaz de resistir muchos lavados, en muchos casos la tinta aguanta más que la prenda.
